Continuando el comentario de Esteban en el Blog de  Ferio...
 Durante años previos a estar en bandas que fueran  invitadas a festivales "de renombre" del país, siempre disfruté consteándome los  viajes, el alojamiento y todo, para ir a dos eventos: las grandes Jam  Sessions (a la que tristemente Mar del Plata no es demasiado afecta, no  por dejadez, sino porque carecía de un hotel que durante el día estuviera a  plena dedicación del festival, como otras localidades con festival, y tal vez  porque como yo vivía ahí no estaba todo el día en el hotel, jejej) y  Parades.
 Hay una clase de músicos, como dice Esteban, que no  participan de las primeras ni de las segundas. Es como que si no tienen retornos  de 12000 watts, sonido, publico y principalmente cierta intimidad, no tocan.  Digo intimidad porque tocar en una jam o en un parade podría equipararse a  situaciones medio violentas de exposición desmedida... y hay mucha gente a la  que esto le resulta antipático. También, estos "concursos de vestuario" suelen  ser especialmente atractivos para quienes saben que cuentan con dotación  suficiente como para "estar en la pelea". Entonces quien se sabe duro para  improvisar (el jazz es improvisar, no olvidemos esto) o sabe que tiene un sonido  chiquito y escuálido, o que "el labio no le aguanta" (mariconeada típica de  trompetistas con muy honrosas excepciones como Garvie, a qiuén en casi 20 años  de tocar junto a él jamás le oí mencionar el labio por bien o por mal)  directamente opta por hacer un cobarde y salvador "mutis por el foro" con  respecto a este tipo de "contiendas".
 Otros músicos sienten que son demasiado  evolucionados para estar tocando "esa mugre" (especialmente este argumento lo  utilizan para el parade) y también no hay que desmerecer los tristes procederes  de organizadores de festivales de jazz (digamos, que no tienen un espejo de agua  cerca, por así decirlo), han contribuído a que músicos le tomaran tirria al  hermoso acto de salir por las calles a atronar una ciudad con una ola de ruido  que se va convirtiendo en swing a medida que el animalesco desfile se va  acercando. Es una descarga emocional muy grande. Para espectadores ocasionales y  para los músicos que son lo suficientemente valientes como para ir al parade,  aunque más no sea a tocar 5 notas y caminar con los otros músicos que están  permanentemente inyectando música é improvisación en las venas de ese animal  colectivo que están construyendo entre todos.
 No estamos en un pueblo mediterráneo donde los  organizadores le venden el parade al diario, al intendente, etc. Estamos en Mar  del Plata donde históricamente los parades se han suspendido por frío, lluvia,  falta de colaboración de los músicos, quienes tentados por la belleza de la  ciudad prefieren recorrerla antes que poner el hombro... y hablamos de Ferio...  que puede ser malarriado, cortante, no le gusta que le salgan con domingo 7,  pero es un par de todos los músicos del festival, le pone el pecho a las balas  venga como venga la cosa, y "asistirle al parade" a Ferio tiene gusto a  colaboración, no a "yugo".
 VAMOS AL PARADE, colegas, no  solamente vamos a ver a un montón de gente que va a agradecer de las maneras más  emotivas nuestra musica (por más "desprolija" que salga) sino que vamos a tener  más gente a la noche en el "ámbito serio" donde tocaremos... capaz que hasta  salimos en TV o en el diario... Esto no es ir a ver quién toca más fuerte o más  tiempo o sabe más temas... es ir a hacer un rato de ruido juntos para despertar  una ciudad y anunciarle que si, que una vez más el jazz triunfó sobre la  situación económica, la alienación general, la temporada baja o alta, la no  comercialidad de la música que hacemos... es el anuncio del triunfo del caos  (como improvisación, y no sólo musical) sobre la estructura.
 Juan Ignacio Caino
 
